Cuidadoras/es Comunitarias/os y el desafío de verse a sí mismas/os, reflexiones de un taller de foto-voz.

Enfoque

La esquina del diamante de cuidados relacionada a las comunidades requiere fortalecer el reconocimiento de quienes la sostienen. El entretejido comunitario de un territorio rural que se construye desde la cosmovisión maya del Lekil Kuxlejal (Buen Vivir) permite adentrarse en la interdependencia más allá de los hogares-familias nucleares, así como con otros seres vivos no humanos.

La dedicación de educadores/as comunitarios/as en la región norte de Chiapas, México, revela el trabajo de cuidados por el territorio, con una fuerte convicción para sostener los vínculos, el sabor de la vida, el bienestar físico, la alimentación y las economías. Para ejercer el derecho a no migrar y a la vida digna en la región (poniendo especial atención en las infancias, juventudes y mujeres, por medio de procesos de educación alternativa, dinamización de economías comunitarias y procesos de reflexión-acción entorno al género).

Como parte de un proceso de Investigación Acción Participativa para promover entornos laborales sostenibles, realizamos un taller de foto-voz, metodología de etnografía visual (Caroline Wang y Mary Ann Burris). Fortalecimos la metodología con las prácticas somáticas para la relajación y el autoconocimiento, de tal forma que pudiéramos explorar las dimensiones cuerpo-territorio. Además, en el marco de la perspectiva feminista que el proceso fuera una experiencia de cuidado de sí

Con este proceso buscamos reconocer las trayectorias laborales de las y los educadores/as en territorio rural, así como reflexionar sobre cómo este trabajo de cuidado comunitario les afecta (positiva o negativamente) a su Lekil Kuxlejal (Buen Vivir), es decir “¿qué vida les permite vivir este trabajo?”

El taller se llevó a cabo con 15 participantes en los meses de junio y julio del 2023. Crearon foto-collage de sus trayectorias laborales; analizaron el tiempo que dedican al trabajo remunerado, no remunerado y al descanso, y reflexionaron sobre esa distribución de tareas y su impacto en la vitalidad. Se habló de los impactos en la salud que tiene trabajar en el cuidado de la comunidad, identificando siete dimensiones que como organización de educadores/as es necesario tomar en cuenta para prevenir y promover el buen vivir.

Todos los análisis se complejizaron al hacer las comparaciones entre mujeres y hombres, así como en el tipo de trabajo que realizan dentro de la organización. Persisten las narrativas de amor y compromiso por la comunidad, por el bienestar de la región. Y al hacer este paréntesis de la intensa actividad cotidiana, se hace posible la emergencia de otras narrativas: “nunca me había preguntado cómo me afecta mi trabajo”; “ya me estoy haciendo grande y veo que hay consecuencias o que ya no puedo igual que antes”; “¿cómo puedo cuidar de mí también?”, “no me había dado cuenta de mis dolores”.

El marco en el que realizan su trabajo de cuidado comunitario remunerado es una organización de la sociedad civil, sector que tiene muchos retos para ofrecer condiciones laborales apegadas a los derechos, precarizando a quienes realizan las tareas de las que el gobierno se ha liberado de responsabilidad. Los autorretratos como práctica final muestran el desafío de voltear la mirada para sí.