Enfoque
Durante fines del siglo pasado y comienzos del presente, gran parte los países de economías desarrolladas implementaron políticas de atención a la dependencia. En la década pasada, Uruguay fue el primer país en hacerlo y el año pasado, Costa Rica aprobó un sistema integrado. No obstante, el primero tiene una cobertura marginal y el segundo aún no se implementa. La baja capacidad recaudatoria de los Estados latinoamericanos, las diferencia de ingresos, desigualdad y proporción de la población en situación de pobreza, constituye un contexto muy distinto a la experiencia de los países ricos. A día de hoy, al menos siete países están discutiendo la implementación de estas políticas. Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador y República Dominicana. El principal problemas es la forma de financiar un sistema de cuidados. El objetivo de esta ponencia es analizar las distintas formas de financiación de estas políticas en los países ricos, y compararlas con la experiencia y contextos latinoamericanos. Para ello, se realizó una revisión bibliográfica de la evidencia científica internacional y un análisis de las fuentes de financiamiento de los países latinoamericanos, particularmente relativas a salud. Por último, se realizó un diagnóstico de la experiencia uruguaya en materia de financiación y la posible causa del estancamiento en su desarrollo. Los resultados muestran una amplia variedad de esquemas de financiación de los sistemas de atención a la dependencia en el mundo. En la mayor parte de los casos, sigue el mismo patrón que la financiación del sistemas de salud. Es predominante la asignación de recursos desde los ingresos generales del Estado, como en España y la captación de fondos a través de contribuciones a la Seguridad Social, como en Japón. América Latina tiene una baja recaudación de impuestos sobre la renta y beneficios empresariales y financia sus sistemas de salud, en la mayoría de los países, a través de contribuciones salariales. No obstante, el modelo que están implementando en la región tiene claramente una inspiración en el español. Este es el caso de Uruguay y posiblemente una de las causas de su escaso desarrollo. la atención a la dependencia no es neutra en términos de género. Tiene implicaciones en calidad de vida de las cuidadoras familiares, que realizan cerca del 90% del cuidado informal, como en las oportunidades de desarrollo profesional de las que están en edad de trabajar, y en las condiciones de jubilación futuras. la forma de financiación tampoco es neutra, según la fuente de recursos puede tener mayor o menor impacto en las mujeres. Cada vez está más claro en los gobiernos latinoamericanos de que hay que implementar una solución de Estado a la dependencia, sobre todo de personas mayores, pero la discusión se estanca a la hora de evaluar cómo financiar esta política. Parece urgente abordar esta discusión desde una perspectiva académica, que aporte información a la personas tomadoras de decisiones sobre cómo avanzar en este ámbito.
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