HACIA LA SUPERACIÓN DE INVISIBILIDAD DE LOS CUIDADOS EN ANTOFAGASTA, CHILE

Enfoque

La Región de Antofagasta en Chile, según el último Censo Instituto Nacional de Estadísticas (INE), (2017), alcanza 607,534 habitantes y se organiza espacialmente en una superficie de 126.049.1 km2. De esta población 51.9% son hombres y 48.1% mujeres, muy distinto a otras poblaciones latinoamericanas, en donde por lo general la población de mujeres siempre es mayor que la de hombres.  Antofagasta ha tenido siempre una primacía urbana, con un porcentaje poblacional de 94.1 %, incluso siendo éste un porcentaje mayor a la media del país, lo que es consecuente con su modo de asentarse concentrado en pocos centros poblados, dada la condición inhóspita de desierto extremo propia de la región. En el mismo sentido, como señala Carol Mosler (2010) se trata esta región, de familias no tan pobres pero con un fuerte arraigo étnico, en que su situación geográfica de rigor y escasez obliga a la población a concentrarse. Sin embargo, revisando el comportamiento de la dinámica poblacional regional se observa una fuerte dicotomía al constatar que existe un grupo de comunas con un fuerte crecimiento poblacional, en oposición a un grupo de comunas con una importante disminución de habitantes y una marcada diferencia de hombres y mujeres.

Esta presentación se basa en un estudio exploratorio sobre el bajo desarrollo local que experimentan las mujeres en un espacio segmentado, urbanizado que no favorece el mercado laboral femenino. Se desarrolla en un centro de población urbana en donde la principal fuente económica es la industria de extracción minera masculinizada, donde el trabajo de la mujer está precarizado y unido a la invisibilización del trabajo de los cuidados, que se encuentra exacerbado por la pobreza, desigualdad e incertidumbre económica de la región. Por ello se busca profundizar en las asimetrías entre los géneros en el desarrollo regional de Antofagasta.  Esta ciudad, en sus inicios, contrataba niños y mujeres en una explotación salvaje del capitalismo colonial del siglo XIX, tanto que el papel de las mujeres, niñas y niños en la explotación en la minería fue emblemático en cuanto a explotación comercial y fabril propio de la acumulación del capital transnacional, que los países iberoamericanos experimentaron en ese tiempo histórico (Escobar, 2013).

Esta Región Antofagasta (RA), muestra una gran especialización en el sector minero. En el período que va del año 1985 al 2009, la Minería participa del 57.40% de la producción regional, que representa, según R. González (2012), el 29% de las exportaciones del país que, desde “el punto de vista del valor del producto, implica que es la región más especializada del país.” (González Meyer,2012:6 en Gebauer 2015: 268 y 270).

A juicio de los entrevistados del sector público y empresarial (Gebauer, 2015), hasta 1989, Antofagasta se había estancado en los años 60 en que el Estado lidera la incorporación de la Modernidad con intervenciones en torno a Torres Codelco, desarrolladas por la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), además del Proyecto Gran Vía y Curvo más algunos edificios en altura al inicio de Avda. Brasil.

La Escondida, empresa que en los años 80, plantea una nueva forma de operación que produce un repunte de producción que dinamiza la ciudad. Se desarrolla luego Minera Zaldívar, y la producción asociada a la Comuna de Sierra Gorda con Mantos Blancos. Están, además, otras mineras como son El Tesoro, El Abra; Lomas Bayas, todo lo cual da cuenta del “primer boom minero”. Este auge económico y la necesidad de las empresas de localizar en la ciudad a sus empleados y técnicos  tienden a generar inversión en terrenos de la ciudad. Escondida no encuentra terrenos en el área central y tiene que localizarse al Sur, para su inversión inmobiliaria, y lo hace en los terrenos de Loteo que dispone la Universidad Antofagasta.

Volviendo la mirada al Centro de la ciudad, es importante la consideración del borde-mar, que generó la habilitación del Malecón del Puerto, 1909-1910, y la construcción de los edificios representativos que consolidan el origen de la ciudad en el “Barrio Histórico”, conformado por la Gobernación Marítima, Ex Resguardo Marítimo, que protegen el acceso a la ciudad por el Muelle de Pasajeros, y la incorporación del Edificio Aduana que se inicia con su traslado desde Mejillones el año 1888, hoy Museo Histórico Regional de la Ciudad.

Tomando el crecimiento e impacto del desarrollo actual de la Minería, luego del “segundo boom minero”, esta investigación, además de una búsqueda por diversificar la economía, busca generar mayor espacio público y privado que otorgue y cubra los cuidados para hacer de ésta, una ciudad incluyente con mayor y mejor población residente en donde mujeres y niños puedan ser visibilizados, para resolver las desigualdades de segregación urbana y de género que se aprecian en la ciudad en su historia.

 Se concluye que la ciudad de Antofagasta, que nació con la segmentación del trazado urbano de las ciudades mineras Iberoamericanas y de desigualdad, evidencia una falta de una política pública con una perspectiva que cubra los cuidados, ya que se trata de una actividad productiva altamente estereotipada por los géneros. Si bien la ponencia es un acercamiento sobre el desarrollo regional y las asimetrías en la segmentación urbana y  mercado de trabajo, en el caso de los cuidados, pretende ser una línea de generación exploratoria de conocimiento, que, a mediano plazo logre resultados en los siguientes ámbitos:

• Considerar la ciudad en su falencia de espacios públicos a escala de toda la ciudad, con excepción del borde-mar, abordado en reciente Proyecto Paisajístico proyectado por arquitecto Teodoro Fernández y equipo, que contribuirá a la inclusión y a resolver desigualdades que han acompañado al desarrollo del asentamiento en cuanto a acceso a espacios colectivos de calidad. Para ello propone estudiar la posibilidad de implementar un Plan Urbano Estratégico.
• Para ello, incorporar, los Terrenos disponibles del FCAB y Áreas de Renovación Urbana previstas por el MINVU, para proponer un Parque Urbano Agro_Eco_Sustentable para la ciudad como un Gran Proyecto Urbano (GPU), al modo que lo plantea Carrión (2001, 2005, 2006), y Gebauer (2020), para las áreas centrales, que podría desarrollarse con perspectiva de género, generando experiencias de trabajo en agricultura urbana innovativa, considerando cultivos que requieren, entre otros,  bajo consumo de agua y experimentando soluciones innovativas que sirvan como ejemplo piloto al resto de la comunidad.
• Proponer, con ello, la participación e inclusión, en su desarrollo, de sectores urbanos vulnerables, en especial de la mujer, en una acción estructural, aportando, con ello, a crear sistemas sustentables innovativos que hagan explícita una propuesta desde los cuidados.